
Tipos de digestión y consejos para mejorar la tuya
Llamamos digestión al conjunto de procesos esenciales que tienen lugar en nuestro organismo para obtener los nutrientes de los alimentos ingeridos para proporcionarle energía. Es esencial que estos procesos se lleven a cabo de una manera adecuada para evitar problemas en cualquier tejido u órgano implicado, así como para preservar la flora intestinal.
Pero, ¿sabías que existen varios tipos de digestión? Hay varias formas de clasificarla y subtipos en algunas de estas categorías en función de la especie, y se establecen distintos mecanismos para facilitar que el cuerpo asimile los nutrientes que contiene y pueda convertirlos en energía.
En el caso del ser humano, hay dos tipos de digestión. A continuación, te contamos qué tipos de digestión son, cuáles son sus características y cómo es posible intentar mejorarla para evitar esa notoria sensación de hinchazón y malestar, tan recurrente en las personas que padecen de digestiones lentas y deficientes.

Qué tipos de digestión existen y cuáles son sus características
Si hablamos de tipos de digestión, encontramos dos clases: la mecánica y la química. La digestión mecánica es aquella que se lleva a cabo por procesos mecánicos, que tienen por objetivo descomponer la comida para permitir al organismo que la asimile. Implica a varias partes del aparato digestivo superior y en esta fase, grandes trozos de alimentos son descompuestos en trozos más pequeños.
La masticación es el proceso más visible de la digestión mecánica, aunque no solo implica a la boca: también la garganta para la deglución y el esófago, para transportar la comida hasta el estómago, juegan su papel aquí.
La descomposición de los alimentos en la boca durante la masticación tiene por objetivo hacer que los grandes trozos de alimentos pasen a ser más pequeños. Durante la masticación, estos trozos pequeños se mezclan con la saliva. La lengua empuja los alimentos hacia la garganta, y los músculos empujan la comida hasta el esófago.
Cuando el bolo (la mezcla de la comida descompuesta y la saliva) llega al estómago, la digestión mecánica va finalizando y pronto dará comienzo la digestión química, que se ha iniciado con la saliva. Los jugos gástricos empiezan a descomponer el alimento para facilitar la obtención de nutrientes, que deben ser asimilados correctamente para que el organismo pueda disponer de la energía necesaria para sus funciones.
Las enzimas también juegan un papel esencial en la digestión química. Por ejemplo, la ptialina está presente en la saliva y es la encargada de empezar la digestión del almidón. Aunque está más presente cuando el alimento llega al estómago, en realidad la ptialina comienza a descomponer el almidón desde el mismo momento en el que el alimento llega a la boca. Por tanto, hay procesos de la digestión mecánica y química que tienen lugar de manera coetánea.
Los jugos gástricos del estómago son los que se encargan de facilitar que los procesos químicos más complejos tengan lugar. Esos jugos se producen gracias a las glándulas presentes en el revestimiento del tejido del estómago, que producen ácidos estomacales y enzimas que permiten la descomposición química de los alimentos.
En la digestión química también tiene mucho que ver el papel del páncreas, implicado en la producción de enzimas para la descomposición de carbohidratos, proteínas y grasas. También son esenciales el hígado, para la producción de bilis; la vesícula biliar, que almacena la bilis entre digestiones, y los intestinos, que están implicados, tanto el grueso como el delgado, en las fases finales de la digestión química, transportando los desechos producidos durante el proceso al exterior del organismo.
El intestino delgado se encarga de la producción de un jugo digestivo que se combina con la bilis y el jugo pancreático para terminar la descomposición química de las proteínas, las grasas y los hidratos de carbono. Esos pasos finales de la descomposición requieren de agua, que es transportada desde el torrente sanguíneo al tracto gastrointestinal.
En el intestino grueso, las bacterias terminan la descomposición química. Los desechos se acumulan y forman las heces, que son expulsadas de manera periódica del organismo. Las heces pueden presentar diferentes características en función de los alimentos ingeridos. Es normal, por tanto, que, si decides hacer cambios en tu menú y empieces a apostar por comidas para mejorar la digestión, notes cambios en tus rutinas o en las características de tus deposiciones.

Cómo mejorar la digestión
Un elevado ritmo de vida, la predominancia de los horarios rígidos y la peor calidad de los alimentos que se ingieren han propiciado un empeoramiento generalizado de las digestiones. El estrés o el constante estado de intranquilidad ralentizan el trabajo del aparato digestivo, provocando una constante sensación de hinchazón y molestias abdominales tras las comidas.
Dado que la digestión comienza con la masticación, es importante iniciar el proceso de manera pausada para evitar la ingesta de gases o la deglución de trozos de comida demasiado grandes que ralenticen la descomposición estomacal. Las comidas con alto contenido en sal pueden hacer que la digestión empeore, así como las comidas copiosas o la ingesta demasiado rápida de los alimentos.
Incluir alimentos como el yogur, el kéfir o la fruta y verdura facilitan una adecuada digestión, así como pequeñas dosis de cereales integrales, cuyo alto contenido en fibra es beneficioso y ayudan a mejorar la digestión intestinal. Eso permite evitar o minimizar el impacto del estreñimiento, mejorando el desempeño del intestino grueso y reduciendo las molestias abdominales.
Evitar la inclusión de bebidas azucaradas o con gas también puede ayudar a que la digestión sea menos molesta, reduciendo la cantidad de aire acumulada en el estómago y los intestinos, y reduciendo las flatulencias y las incomodidades que provocan.
Si lo que buscas es saber cómo mejorar la digestión, apostar por reducir el estrés, evitar comer en momentos de ansiedad y cuidar la clase de alimentos y bebidas que incluyes en tus menús puede ayudarte a conseguirlo. Además, evitar la ingesta de alimentos ultraprocesados no solo te permitirá mejorar la digestión, sino también evitar el excedente de sal y otros aditivos poco saludables.
Incluir alimentos como el yogur, el kéfir o la fruta y verdura facilitan una adecuada digestión, así como pequeñas dosis de cereales integrales, cuyo alto contenido en fibra es beneficiosa y ayudan a mejorar la digestión intestinal
