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De qué están compuestos los ácidos grasos y por qué son necesarios

Mucho se habla de lo beneficiosos que son los ácidos grasos para el organismo, pero poco se sabe acerca de su composición y de cómo esta interviene en el organismo para contribuir a su buen funcionamiento.

Tradicionalmente asociado al pescado azul, también está muy presente en algunos frutos secos como las nueces, y en la actualidad, gracias a los modernos procesos tecnológicos, también es posible encontrarlo en productos lácteos y algunas margarinas vegetales.

Qué son los ácidos grasos

Lo que conocemos como ácidos grasos son en realidad biomoléculas constituidas por lípidos, formadas a partir de una cadena de hidrógeno y carbono. Son parte inherente de gran parte de los aceites y las grasas naturales. Ahora bien, hay dos tipos de ácidos grasos según su estructura molecular: los ácidos grasos saturados y los insaturados.

Los ácidos grasos saturados se caracterizan por contener en su mayoría enlaces simples entre los átomos de carbono. Las grasas de origen animal son casi todas de este tipo.

Por su parte, los ácidos grasos insaturados son un tipo de ácidos grasos que contienen uno o varios enlaces dobles entre los átomos de carbono de su cadena. En este grupo podemos encontrar los famosos ácidos grasos Omega 3.

¿De qué están compuestos los ácidos grasos?

En esencia, la composición de los ácidos grasos se reduce a tres elementos fundamentales: carbono, hidrógeno y oxígeno. El carbono tiene la capacidad para llegar a formar hasta un total de cuatro enlaces. En los ácidos grasos, la cadena de átomos de carbono está unida entre sí, y cada átomo de carbono puede presentar más enlaces.

Las cadenas de carbono de los ácidos grasos contienen un grupo carboxilo, que es el que se toma como funcional. Si las analizamos, normalmente las moléculas de carbono aparecen en cantidades pares. En la naturaleza, normalmente los ácidos grasos cuentan con cadenas de entre 16 y 22 átomos de carbono.

La parte compuesta por el grupo carboxilo tiene una carga negativa en contacto con el agua. Esto quiere decir que presenta un carácter ácido, no así el resto de la molécula, que carece de polaridad. Los ácidos no se disuelven en agua debido principalmente a que esa apolaridad le confiere una estructura hidrófoba. Y como la cadena apolar es más grande que la parte que sí tiene polaridad, la molécula es indisoluble en agua.

Los ácidos grasos saturados, como decíamos unas líneas más arriba, están formados por enlaces simples entre las moléculas de carbono. Aquí, sin entrar en demasiados tecnicismos físicos, las fuerzas de Van der Walls juegan un papel esencial en la unión de moléculas.

A mayor tamaño de la cadena, es decir, a mayor presencia de moléculas de carbono, más alta es la probabilidad de que tengan lugar estas interacciones. Por eso, a temperatura ambiente, lo normal es que los ácidos grasos saturados se encuentren en estado sólido.

En cuanto a los ácidos grasos insaturados, pueden presentar enlaces dobles e incluso triples entre las moléculas de carbono que forman parte de la cadena. Pero la distancia de los carbonos no es la misma entre todos los enlaces de la cadena, lo que genera que las fuerzas de Van der Walls no sean tan efectivas en la unión de las moléculas. Por tanto, a temperatura ambiente, normalmente se encuentran en estado líquido.

¿Dónde se pueden encontrar los ácidos grasos, y qué efectos tienen en el cuerpo?

Ahora que sabemos de qué están compuestos los ácidos grasos, toca ahondar en los efectos tienen en el cuerpo humano al ser ingeridos. A pesar de que los ácidos grasos saturados no son especialmente recomendables en dosis altas, el consumo de alimentos que incluyen ácidos grasos insaturados o poliinsaturados sí está aconsejado.

Se puede encontrar en cantidades abundantes en el pescado azul, como el salmón, el atún o la caballa. Los ácidos grasos Omega 3 extraídos de estos productos son añadidos artificialmente a otros alimentos, como derivados lácteos o margarinas alto oleico. También está muy presente en algunos frutos secos, como las nueces, los pistachos y las almendras.

Se ha demostrado desde hace años el papel beneficioso de estos ácidos grasos en el correcto mantenimiento del sistema cardiovascular. La ingesta regular de alimentos con ácidos grasos Omega 3 está muy aconsejada a causa de los efectos positivos que tiene sobre el organismo, ayudando a mantener la actividad normal del corazón y fomentando la eliminación progresiva del LDL, el conocido como “colesterol malo”.

Además, los ácidos grasos Omega 6 pueden ayudar a mantener bajo control los niveles de azúcar en sangre y reducir la presión arterial.

Para maximizar los efectos de estos ácidos grasos, se recomienda cautela a la hora de manipular los alimentos que lo contienen, sobre todo los frescos, para que su eficacia no se vea reducida. Por ejemplo, la sobrecocción es perjudicial para su conservación, así como la exposición al agua, que puede diluirlos al no contar con esa apolaridad que los convertía en hidrófobos.

Se ha demostrado desde hace años el papel beneficioso de estos ácidos grasos en el correcto mantenimiento del sistema cardiovascular. La ingesta regular de alimentos con ácidos grasos Omega 3 está muy aconsejada a causa de los efectos positivos que tiene sobre el organismo.

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